lunes, 17 de diciembre de 2007

PAC: NI PICA LEÑA NI PRESTA EL HACHA

por Franklin Carvajal B

El octavo aniversario del PAC encuentra a esa agrupación enfrentada a cruciales desafíos y pocos logros, amén de temas básicos existenciales aún sin resolver, estrechamente vinculados con su razón de ser en el mundo político costarricense.

¿Para qué existe el PAC?. ¿Para hacerse con el Gobierno y conducir los destinos de la nación?. ¿Para ser una suerte de “conciencia lúcida del país” y señalar con dedo acusador los pecados ajenos?. ¿Para perpetuarse como grupo de presión a la usanza de una ONG?.

No lo sabemos y tenemos serias dudas de que esas y otras interrogantes estén suficientemente resueltas en la cúpula de esa organización.

Después de ocho años, el PAC no existe como partido político, porque en el ideario moralista de esa entidad, partido es sinónimo de pecado, y ahí priva la máxima de “antes morir que pecar”.

El PAC no es partido político porque en los momentos cruciales, cuando los partidos deben asumir sus responsabilidades históricas, definirse y marchar al frente, el PAC titubea. La prueba más reciente y definitoria de ello la ha visto el país a lo largo del proceso de debate del TLC, de la realización del referéndum y del trámite de la “agenda de implementación” a ese tratado.

Cuando la gente en las calles reclamaba la presencia de Solís, jefe del principal partido opositor al TLC, Solís prefería marchar a Washington a dialogar con senadores norteamericanos en busca de una quimérica e inexistente renegociación del tratado.

La noche del 7 de octubre, un Ottón Solís nervioso, contemplándose la punta de sus botas, estaba más preocupado pensando por qué se había subido a esa tarima y cómo haría para bajarse, que de la suerte del movimiento que se opuso al TLC.


Concluido el referéndum y cuando sectores sociales consideraban que la “lucha continuaba”, el líder del PAC declaró que hasta ahí llegaban ellos, para retornar a la lucha parlamentaria.

Y así los 17 diputados, en una táctica bastante difusa de hoy no, mañana sí y pasado mañana tal vez, parapetados tras las puertas del plenario, haciendo cálculos políticos, y seguramente económicos, meditan si entrar o no al plenario y contribuir a que la Asamblea trabaje.

Fueron decenas y cientos las mociones con las que abarrotaron los proyectos de implementación, siguiendo la huella que dejara la fracción libertaria del período anterior, cuando se discutió la reforma fiscal. Pero, al paso de los días, y nuevamente con táctica titubeante, un día defienden sus mociones, otros las dejan pasar, e incluso han llegado hasta a no votarlas cuando se discuten en comisión.

Seguramente Otón y su grupo han volteado su mirada al primero domingo de febrero del 2010, y están en su derecho de hacerlo. ¿Podrá el PAC ganar esos comicios?. Está por verse. En primer lugar porque por esa zigzagueante conducta de los últimos tiempos, sectores académicos y sociales afines al PAC, hoy dan claras muestras de alejamiento de esa colectividad política.

Además, recordemos que tal y como lo hizo explícito en los comicios del 2006, Otón Solís no cree en las alianzas políticas, lo cual le resta apoyo, y se vislumbra una eventual convención de ese partido para dirimir quién conduce la bandera rojo y amarillo hacia febrero del 2010 que, como todo proceso interno, genera desgastes, disgustos y alejamientos.

Pese al monolitismo formal que exhibe, se advierten manifestaciones de inconformidad hacia normas “éticas” y discrepancias con visiones políticas al interior de la fracción parlamentaria. Eso, en cualquier partido democrático es sano, se estimula y se desarrolla, pero en una colectividad verticalista, puede generar enfrentamientos y hasta divisiones.

En su octavo aniversario y de cara al futuro, el PAC tiene muchos asuntos pendientes. Debe definirse, abandonar los titubeos en sus acciones, y convencer a una mayoría de que realmente es una opción para este país. Recordemos que a los “tibios” ni en la Biblia los quieren.

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